martes, 11 de junio de 2013

LA ARMADA INVENCIBLE I


Como ya sois varias las personas que me habéis pedido que escriba historias mas largas, aquí tengo el honor de presentaros la verdadera historia de uno de los sucesos más importante de la historia de nuestro país (como podréis observar gracias al título). Si os gusta esta historia, estad atentos porque no tardaré mucho en publicar el final. ¡Un abrazo!

LA ARMADA INVENCIBLE I


John Hawkins salió a la cubierta de su barco para mirar a un horizonte enteramente azul. En la lejanía, el mar y el cielo se unían a través de una delgada línea que, desde aquella distancia, apenas se distinguía. Cuando miraba aquel paisaje, John pensaba en todas aquellas personas que, no mucho tiempo atrás, pensaron que el mar pudiera tener límites. «Idiotas, no supieron ver que el mar es la libertad y la libertad no tiene fronteras.» Por esa misma razón se encontraba ahora mismo surcando los mares: para defender la libertad. John no pudo contener la risa por más tiempo.

Él era John Hawkins, un corsario al servicio de Isabel I, reina de Inglaterra, que había obtenido grandes riquezas con la venta de esclavos. Para él, la libertad era un derecho del que sólo los más aptos podían disfrutar y ni siquiera ellos lo tenían garantizado eternamente. De no ser así, John estaría ahora mismo tomando el sol en Mallorca y no liderando una escuadra de 70 barcos para detener a la conocida como “Armada Invencible”. Según los informes recibidos, la enorme flota española había cambiado de comandante a última hora debido a la muerte de Álvaro de Bazán a consecuencia del tifus. Al parecer, como decían los propios portugueses, el travieso Álvaro “se había secado demasiadas veces la cara en toalla ajena”. Aquello había resultado ser un auténtico golpe de suerte, no sólo porque el almirante granadino era un experto marino y un demonio luchando en el mar, sino porque éste había sido relevado por una de las peores opciones posibles: el duque de Medina-Sidonia.

Tanto es así, que la armada española partió de Lisboa en un viaje de cuatro días en dirección al sur hasta que sus suboficiales le convencieron de que estaba leyendo el mapa al revés. Este error había permitido a Hawkins interponerse entre la flota española y el duque de Parma, el cual esperaba para embarcar junto a Tomatito y Chiquetete en tierras flamencas. Según sus cálculos, a pesar de los retrasos sufridos, los barcos españoles no tardarían mucho en aparecer por el horizonte.

Ensimismado en sus pensamientos, John no escuchó ni el golpe seco, ni el grito de advertencia, ni la bola de golf que se dirigía directa a su cabeza. Por suerte para él, se apartó en el último momento. La pelota siguió su camino hasta que impactó en el mástil, rebotó varias veces en cubierta y rodó durante un largo trecho hasta que cayó por un agujero. En ese momento, gritos de júbilo estallaron a su derecha procedentes de la tripulación del Revenge, el barco capitaneado por Francis Drake. El propio Drake se encontraba en lo alto del castillo de popa, con un palo de golf en la mano y haciendo gestos de celebración. A su lado, el pequeño Bowen les enviaba un mensaje utilizando las banderas.

-¡Señor, Drake dice que te chupes esa, Juanitín! -tradujo Frank.

-!Jodido pretencioso, -maldijo John -dile que eso ha sido suerte! Y añade también un XD.

-¿XD? -preguntó Frank extrañado.

-Sí, carita sonriente. -explicó John.

-Ah, vale. -dijo Frank traduciendo el mensaje de inmediato.

La noticia de la salida de la Armada Invencible había sorprendido a Drake y a John a mitad de una partida de golf y Drake se había empeñado en continuarla a pesar de las circunstancias. John esperaba de corazón que, tras conseguir hacer un hoyo, Drake viera colmadas sus aspiraciones golfistas. Pero no fue así. Solo se detuvo cuando el primer barco español apareció por el horizonte.

Para entonces, una fuerte tormenta se había apoderado del cielo. Oscuros nubarrones habían devorado al sol y el mar protestaba en consecuencia. Grandes olas zarandeaban a los barcos ingleses haciéndoles bailar a izquierda y derecha. El barco español que había aparecido en el horizonte también danzaba al ritmo marcado por el oleaje pero con menos gracia. A pesar del mal tiempo, John no necesitó el catalejo para comprobar que aquel era el barco más raro que había visto en su vida. Su proa era plana, no tenía mascarón y cada vez que cruzaba una ola la hacía estallar esparciendo agua en todas direcciones. No tenía ningún tipo de aparejo, ni tampoco tenía remos y, en cambio, aquella construcción avanzaba inexorablemente en su dirección.

Poco a poco, el resto de barcos de la flota española fueron apareciendo entre la tormenta. John esperaba ver toda clase de navíos de guerra preparados para el combate. En cambio, la flota española estaba compuesta enteramente por naves de carga. Toda clase de galeones, urcas, carracas, etc. formaban en dos líneas perfectas. De los barcos españoles fila no dejaban de salir botes de remos cargados con algo que John era incapaz de identificar desde aquella distancia. En esta ocasión sí que necesitó el catalejo.

Al mirar a través de él, John no pudo evitar sorprenderse. Los botes bajaban de los barcos de transporte cargados con todo tipo de carnes, llevaban la comida hasta el barco con la proa tan rara y volvían a por más comida. Cerdos, capones, terneras, pavos, corderos, conejos, patos, ocas y jabalíes navegaban hacia el extraño barco español, se internaban en él y no volvían a salir. Muchos de ellos estaban todavía vivos cuando desaparecían bajo la cubierta del barco. Con el tiempo, John se dio cuenta de que hacía tiempo que había dejado de escuchar los truenos del temporal y que el sonido que oía procedía del barco donde los españoles estaban cargando la comida. Un cosquilleo de miedo recorrió la espalda de John haciéndole estremecer todo el cuerpo. «¿Qué clase de criatura podía emitir sonidos tan terroríficos?» pensó John. No tardó mucho en descubrirlo.

Mientras miraba por su catalejo el curioso baile de los botes transportando comida, John se dio cuenta de que las tripulaciones de los barcos de transporte españoles se lanzaban mensajes entre sí. Aunque desde aquella distancia era totalmente imposible intentar adivinar sobre qué hablaban los españoles, era evidente que tramaban algo. Desde el barco de proa extraña se alzó una bandera blanca y, de repente, todos los botes que transportaban carne se detuvieron y volvieron a sus barcos de origen. Al poco tiempo, el barco al que habían llevado la carne empezó a estremecerse como si de un animal rabioso se tratara. El capitán del barco permanecía impertérrito a pesar del zarandeo del barco y los bestiales rugidos que surgían de su interior. Con la misma tranquilidad flemática, el capitán español dio una orden y la bandera blanca fue sustituida por una de color verde. Como respuesta a la orden, un bote de remos descendió de uno de los barcos de transporte totalmente cargado de todo tipo de frutas. Los remeros llevaron la carga hasta el barco de extraña proa como si les persiguiera el mismo diablo y volvieron a la seguridad del barco de transporte como si el anticristo se hubiera unido a su padre en la persecución. El flemático capitán se introdujo en el interior de su barco tras la carga de fruta y, entonces, se produjo un eterno momento de silencio.

Tras unos minutos, el rugido de la bestia rompió el silencio. Aunque debido a que su nivel de español era bajo y a que la bestia hablaba del mismo modo que un elefante John no entendía nada, el capitán inglés pudo escuchar la conversación a la perfección.

-¿¡Quina merda es esta!? ¡Yo no como nada que no haya tenido madre! -rugió la bestia.

-Si quieres carne, cógesela a los ingleses -contestó el capitán y, ésta vez, John lo entendió.

En ese momento, un tremendo golpe seco sonó procedente del barco español. Reaccionando al golpe, la extraña proa descendió como si se rompieran, de repente, las cadenas de un portón levadizo. Múltiples gotas se alzaron al aire cuando la proa impactó contra el agua. Cuando las gotas volvieron a su destino, John pudo ver a la terrorífica criatura que escondían los españoles. Se trataba de una enorme mujer, más colosal hacia lo ancho que hacia lo alto. Vestía con una combinación de chaqueta y falda, ambas de color rojo. Debajo de la chaqueta, portaba una suave camisa de color blanco satinado y en los pies calzaba unos discretos zapatos de tacón bajo y color rojo. De ornamentación sólo utilizaba perlas y únicamente para decorar el cuello y las orejas. Su cabello, cardado y ondulado como si fueran olas del mar, era corto y entero de color marrón, salvo por un salvaje mechón de color blanco que le asomaba en la frontera entre la frente y el pelo.

Mientras John miraba a la bestia a través de su catalejo, sus miradas se encontraron. A pesar de la enorme distancia entre ambos, John no tenía ninguna duda de que la mujer le estaba mirando. Al principio, su rostro era serio pero, de repente, la mujer sonrió y John experimentó el mayor terror que vivió nunca. Era una de esas personas que al sonreír sólo mostraba los dientes de arriba lo que, combinado con su tamaño, le hacía parecer un hámster gigante y hambriento. Mientras miraba aquellos enormes ojos, John no tuvo ninguna duda de que él sería su próxima comida.

La enorme mujer se acercó al borde de la proa, se quitó la chaqueta y la lanzó hacia atrás. Tras respirar profundamente, se dio la vuelta y, mientras alzaba los brazos al cielo, gritó a pleno pulmón:

-¡¡¡¡VALENCIAAAAA!!!! -rugió la mujer.
-¡¡¡¡VALENCIA!!!! -respondieron las tripulaciones de todos los barcos españoles y entonces la mujer saltó al agua.

Continuará...

5 comentarios:

  1. Me parto y me mondo!!
    Ya estoy deseando saber la que va a liar la valenciana!!
    Me encanta!!

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  2. Me parto y me mondo!!
    Ya estoy deseando saber la que lia la valenciana que, por cierto, no se a quien me recuerda ¿¿?? !!!
    Me encanta!!

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  3. Genial!!!
    Además de escribir bien tienes un sentido del humor genial!!!!!
    Prometo no perderme el desenlace.

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  4. Nene, me quede sin pipas, pero mañana ya estoy a por otro paquete, asi que como bien dice Chusa estoy deseando leer el desenlace

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  5. Aunque cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, admito que la originalidad del relato es más que aceptable. De todas maneras habrá que ver los próximos capítulos para incidir un poco mas en el análisis. Saludos

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